Vocaciones
La Religiosa Mercedaria Misionera
Desde su consagración bautismal por el don del espíritu Santo, responde a la llamada de Dios Padre para el seguimiento y configuración con Cristo redentor, virgen, pobre y obediente, siendo signo y profecía para la Iglesia y el mundo.
Si sientes en tu corazón la invitación de Jesús que te dice Sígueme…. entonces quiere decir que Él te está llamando a una vocación específica: Consagrarte a el, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas.
Pero, si, además te sueñas entregando tu vida por los niños, niñas, jóvenes y mujeres maltratadas que sufren todo tipo de opresión que atentan contra su dignidad e impiden la aceptación de la fe o provocan su pérdida, viviendo en fraternidad en una comunidad de mujeres libres, felices y realizadas, entonces quiere decir que Jesús liberador te está llamando a seguirlo con el estilo de Lutgarda Mas i Mateu y primeras hermanas Mercedarias Misioneras.
La Vocación no es sólo lo que tú quieres ser y hacer, es ante todo lo que Dios quiere que tú seas y hagas; no es algo que tú inventas, es algo que encuentras; no es el proyecto que tú tienes sobre ti misma, es el proyecto que Dios tiene sobre ti y que tú debes realizar.
Por eso, para descubrir tu vocación, lo primero que debes hacer es dialogar con Dios, pues sólo en la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti.
Ve tu historia. ¿Por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles son los acontecimientos más importantes de tu vida? ¿De qué manera Dios ha estado presente o ausente en tu vida? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti? ¿Por qué?
Contempla el futuro. ¿Qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla por completo?
No es suficiente querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas; por ello debes mirar con cuál comunidad y con cuál carisma te sientes más identificada, pues no es lo mismo una congregación contemplativa, que una de vida apostólica.
Asimismo, debes tener un conocimiento de su misión en la Iglesia, y por medio de cuáles actividades apostólicas pretenden realizarla: misiones, educación, dirección espiritual, promoción vocacional, obras sociales … y pensar también a cuáles destinatarios quienes entregarle la vida: enfermos, niños y niñas, jóvenes, mujeres maltratadas ….
La vocación es tu proyecto de vida, tu felicidad; ¡y es para toda la vida! Por eso, no te puedes lanzar a ella sin antes haber reflexionado seriamente, y con la debida calma, sobre ti y sobre la vocación que pretendes seguir.
Por ello, debes reflexionar sobre cuáles son tus capacidades y limitaciones; serás capaz de ser fiel a los compromisos que implica la vocación; en qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama; que es lo que más temes de la vocación; cuáles son las razones en favor y en contra que tienes para emprender ese camino; qué es lo que te atrae de ese estado de vida.
Una vez que vayas descubriendo qué es lo que Dios quiere de ti, no te queda sino dar el paso, decir «sí», decidirte a seguir a Jesús. Tomar tal decisión es difícil.
Ante la opción sentirás miedos, incertidumbres y limitaciones, pero una vez que le respondas al Señor, Él te dará la gracia de permanecer firme en tu decisión.
Por otra parte, debes vivir todo momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia la meta.